sábado, 4 de octubre de 2008
- GETZ -
Stan Getz
UN DUENDE MUSICAL
MASTER JAZZ
Durante la mayor parte de una carrera que empezó como miembro adolescente de la sección de saxos de Stan Kenton, Stan Getz fue reconocido por lo que valía como solista novedoso, admirado por los colegas, así como por el público. Las alabanzas más encendidas, sin embargo. le llegaron al final del trayecto en reconocimiento al magnífico arte que desplegó en su última década.
Nacido en Filadelfia en 1927 fue parte integrante de los “Four Brother”, grupo que grabó el álbum del mismo nombre para Woody Herman, aunque protagonizó su verdadero debut con el álbum de Herman “Early Autumm”, grabado en 1948 cuando sólo contaba 21 años. En este queda reflejado su primera madurez como solista caracterizada por en sonido puro, duro, perfectamente controlado y explotado principalmente en el registro alto. John Coltrane empezaría a hacer algo semejante a mediados de los cincuenta (confirmando la talla de Getz), pero por aquel entonces él era el único. Bastante distanciado tanto de Miles Davis como de lo que procedía de la costa oeste, los solos de Getz supusieron una de las cimas de la corriente cool.
Getz demostró pronto otra cualidad. Sin ser un auténtico pionero, estaba siempre al corriente de las novedades para evitar estancarse, y no era menos que Davis en su habilidad como cazador de talentos. Tras probar fortuna un par de años con cuartetos que fomentaba el refinamiento de su propia manera de tocar contrató al pianista Horace Silver, todavía desconocido pero un acompañante minucioso e incansable, que impulsó el estilo de Getz a cotas más altas.
Los beneficios fueron evidentes en las grabaciones para el sello Verve, donde se aparejó con la mayoría de las vacas sagradas. Fuera de combate por un tiempo debido a un notorio caso de drogas, pasó un breve período en Europa antes de regresar para producir dos álbumes contrastantes: “Focus” (1961), probablemente el mejor álbum de jazz con sección de cuerda cuyos arreglos eran de Eddie Sauter, u “Jazz Samba” -seguido por “Getz/Gilberto- que puso la bossa nova en la esfera del jazz y llevó a Getz a la cima en las listas de éxitos.
En los años siguientes, apareció en variados ámbitos, encabezando un excelente cuarteto con el joven Gary Burton al vibrafono o de gira con el organista francés Eddie Louiss. Por un tiempo, sus actuaciones quedaron faltas de consistencia y admitió que buscaba nuevos caminos que no siempre podían recorrerse. Finalmente, adoptó la forma memorable de su década final. Getz nunca fue el más convincente lidiando con tempos rápidos o armonías complejas y ahora se concentraba en melodías con un fuerte contenido melódico explotando su propio sonido, ya por entonces uno de los más poderosos jamás producidos por un saxo tenor.
La reminiscencia de su período cool existía, pero ahora su sonido contenía muchas más resonancia y sabiduría consiguiendo provocar los escalofríos más placenteros entre la audiencia. Los excelentes músicos que le acompañaban, incluyendo al pianista Kenny Barron y el baterista Victor Lewis, debieron de darse cuenta de que se hallaban en un medio privilegiado.
Aparte de unos años durante los cincuenta en los que los saxofonistas, sobre todo en Europa, intentaron emular su sonido y su fraseo, Getz tuvo pocos discípulos directos. Hay que resaltar, sin embargo el influjo que ejerció sobre John Coltrane que, a su vez, creó una gran escuela de tenores que raramente descendía a los registros más graves. Otra influencia marginal fue la que ejerció sobre Henderson, y no es pues coincidencia que Henderson se convirtiera en primer defensor de la música de Carlos Jobim, reviviendo varias melodías que Getz había grabado treinta años atrás.
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