jueves, 7 de julio de 2011

- BALDOMERO -






Baldomero Fernández Moreno




Baldomero Fernández Moreno (San Telmo, Buenos Aires, Argentina, 1886 − 1950) fue un poeta argentino y médico rural. Su poesía, universal y hondamente nacional al mismo tiempo, ha inmortalizado la estética de los barrios porteños y la cálida placidez de las provincias y sus características rurales.

Su soneto más recordado es «Setenta balcones y ninguna flor». Cabe mencionar también «Una estrella», «El poeta y la calle» y «La vaca muerta», o sus libros de poemas Versos de Negrita, Intermedio provinciano y Ciudad.

Baldomero Eugenio Otto Fernández Moreno nació el 15 de noviembre en Buenos Aires, Argentina, en 1886. Primero de cinco hermanos. Hijo de padres españoles, vivió unos años en España, donde estudió humanidades.nota 1 En 1899 regresó a la Argentina e inició un lento aprendizaje literario, a la vez que avanzó y concluyó sus estudios de medicina en 1912, profesión que ejerció como médico rural en Chascomús y en Catriló hasta 1924, a la vez que desarrolló su vocación poética. Fue colaborador en periódicos y revistas, obtuvo un premio nacional y otro municipal de poesía, y fue miembro de la Academia Argentina de Letras.

Fernández Moreno dio su propia versión de una poesía ciudadana y porteña; con su primer libro, Las iniciales del misal (1915), obra ya madura, señaló un alejamiento de las características más ostentosas del modernismo a favor de una lírica llana, realista, sin patetismo ni deleite metafórico, lo que se denominó sencillismo. Éste, logrado por la disciplina que se impuso, le dio un curioso aire clásico en la forma, y de modernidad en la inquietud espiritual que transmitía su contenido.

El sencillismo no puede ser entendido como un movimiento literario en el sentido tradicional del término, aun cuando otros escritores, como Alfredo Bufano, Pedro Herreros y Miguel Camino, hayan seguido y profundizado esta tendencia poética. En líneas generales, el sencillismo es una forma de observar y apreciar la realidad en las cosas cotidianas y sencillas, sustrayéndolas al intento de profundizar en aspectos abstractos y utilizando un lenguaje sin florilegios eruditos. La crítica literaria ha destacado el hallazgo por parte de Fernández Moreno de un camino auténtico y propio dentro de la poesía argentina, con una inflexión singular y espontánea.

Falleció el 7 de junio de 1950 en Buenos Aires, su ciudad natal, con 64 años y por un derrame cerebral.

La casa donde vivió, al sur del barrio Flores, aún se conserva, y una placa de bronce en el frente recuerda que allí vivió el poeta. También se ha bautizado con su nombre a una calle de esa zona de la ciudad.

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