domingo, 29 de agosto de 2010

- ALBERDI -





Juan Bautista Alberdi



PADRE DE NUESTRA CONSTITUCION NACIONAL




El 29 de agosto de 1810 nacía en San Miguel del Tucumán Juan Bautista Alberdi, hijo de Salvador de Alberdi, comerciante próspero de la región y vecino respetable, y de Josefa de Aráoz, quien pertenecía a una familia tradicional y aristocrática del noroeste argentino.





A los pocos meses del nacimiento de Juan Bautista muere su madre, y cuando él tiene 10 años, su padre. Recibe la instrucción primaria en una de las escuelas que Belgrano donara a su provincia natal.
Becado por el gobierno provincial, Alberdi ingresa al colegio de Ciencias Morales en 1824 y abandona poco después sus aulas para trabajar como dependiente en una tienda frente a la Universidad.

Dedicado al comercio y la lectura, reingresa en 1827 al Colegio de Ciencias Morales. En sus aulas traba amistad con Miguel Cané, Vicente Fidel López y Andrés Somellera.
Se acerca al pensamiento de Condillac; sin embargo, influido aún por la filosofía de Rousseau, se mantendrá más cerca del filósofo ginebrino en razón de sus inclinaciones estético- morales.





En 1831 ingresa a la Universidad para seguir Derecho: inicia entonces una de las etapas más felices de su vida. Frecuenta las animadas tertulias de su época; es siempre bien recibido en dichas veladas. Joven y elegante, ingenioso y refinado, sabía dosificar la mundanidad con el matiz intimista y melancólico de la generación romántica. Pone de manifiesto una gran sensibilidad musical.

En 1832 publica "El espíritu de la música a la capacidad de todo el mundo" y el "Ensayo para aprender a tocar el piano con mayor facilidad".
La Universidad lo aleja de la música para introducirlo en los estudios de Lerminier, Savigny, Bentham y Jouffroy. Deja las tertulias para participar en reuniones estudiantiles donde se discutía sobre filosofía política, historia y el futuro de los pueblos americanos. Es asiduo visitante de la librería de Marcos Sastre.





En el Salón Literario, trascendiendo los meros marcos de una peña literaria, se leen los discursos inaugurales de Alberdi, Sastre, Gutiérrez y Echeverría.
"El Fragmento preliminar al estudio del Derecho y la Doble armonía"…aparecen en 1837, recibiendo muy poca consideración en los sectores unitarios. El Fragmento, un texto atípico para la época en cuanto al contenido y a la orientación propuesta para el futuro de la inteligencia argentina, no fue comprendido ni valorado. Sin embargo, es a partir de él que Alberdi comienza a cobrar una estatura no igualada por los jóvenes de su generación.

Sus artículos de costumbres en La Moda, de la que es fundador y primer redactor bajo el seudónimo de Figarillo, confieren al semanario un contenido social realista y crítico.
Las dificultades políticas con el gobierno rosista lo obligan a emigrar a Montevideo en 1838.





Montevideo reproducía las viejas tertulias de Buenos Aires. Alberdi se refugia en el periodismo y en la literatura; aprovecha, sin embargo, para criticar desde la estética el movimiento político que se expresaba a través de Florencio Varela, La Revolución de Mayo, crónica dramática en cuatro partes, el Prólogo al Certamen Poético de Montevideo del 25 de mayo de 1841 y El Gigante Amapolas evidencian la falta de entusiasmo que le produce su exilio en Montevideo.

En los primeros meses de 1843 se embarca, junto a Juan M. Gutiérrez, rumbo a Europa. En los primeros días de agosto llega a París. La experiencia directa del progreso económico irá delineando los perfiles de su obra futura. Reembarcado para América, elige a Valparaíso como destino de su exilio, y aquí permanece hasta 1855, ejercitando su profesión de abogado, la actividad periodística, las tertulias y la publicación de ensayos y literatura.
Las buenas relaciones que mantenía con el gobierno chileno lo llevan a ocupar importantes cargos públicos.





A la caída de Rosas surgen las disensiones entre los emigrados Las intenciones constituyentes de Urquiza pondrán en funcionamiento el genio de Alberdi, dando origen a las Bases y puntos de partida para la organización nacional. El análisis de la particularidad de nuestra experiencia histórica y la clara exposición de los objetivos políticos necesarios al modelo de país propuesto se convirtieron en axiomas doctrinarios de los constituyentes.
La lucha política no atrae a Alberdi; pero se convierte en un decidido defensor de la política urquicista.

El enfrentamiento, producido por las acusaciones a la actitud de Alberdi en el sitio de Montevideo, que Sarmiento comentaba críticamente en su Campaña en el Ejército Grande, separará definitivamente a estos dos hombres, a pesar del reencuentro formal en Buenos Aires en 1879.





En 1884 Urquiza es designado presidente de la República y Alberdi es nombrado encargado de negocios ante los gobiernos de Francia, Inglaterra y España. Sin hacer escala en Buenos Aires, se embarca para Europa a bordo del "Lima".

El gobierno de Mitre lo remueve de su cartera diplomática. Publica en 1869 una serie de folletos denunciando el carácter de la guerra, reunidos bajo el título de El Imperio del Brasil ante las democracias de América.
Tentado por la política, resuelve asumir la diputación por la provincia del Tucumán, para la que ha sido elegido, y regresa a la Argentina después de 40 años de ausencia.





Abrumado por los años y por la falta de convicción en el ejercicio político, vuelve a Europa en el año 1881, desechando ofrecimientos de cargos políticos. Muere en París, rodeado de unos pocos amigos, el 19 de junio de 1884.

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