lunes, 3 de septiembre de 2007

- NUESTRA LOLA -



ESCULTORA ARGENTINA

LOLA MORA
1866 - 1936


Nació en territorio del Obispado de Tucumán, hoy Salta.
No fue fácil para la artista imponer su arte, tuvo que luchar por conservar su lugar como artista mujer...
Además sus desnudos fueron resistidos, conceptos propios de comienzos del siglo veinte, lo que la obligó a modificar bocetos y maquetas, y a cubrir un poco más sus proyectos antes de llevarlos a la piedra. Y fue puesta en duda su moralidad, sin asidero alguno.

Y sus últimos años vivió en una extrema pobreza, hasta que poco antes de su muerte se le aprobara una pensión que no pudo disfrutar.
Sus obras pueden encontrarse en distintos lugares de Argentina: en Jujuy, en Tucumán, en Santa Fe, en Buenos Aires.
Trabajó especialmente el mármol de Carrara y el granito.
Su obra más famosa es la "Fuente de las Nereidas", 1900-1910, realizada en mármol de Carrara y granito rosado, conocida por los bonaerenses como "La fuente de Lola Mora", y después de muchas controversias y cambios de sitios, fue ubicada en la Costanera Sur, frente al Río de La Plata, siempre en Buenos Aires.
El Monumento a Avellaneda, realizado en granito (1908-1913) se halla en Avellaneda (provincia de Buenos Aires).

"El eco", detalle del Monumento a Aristóbulo del Valle, realizado en mármol de carrara, de 1906, se encontraba en el Zoológico de Buenos Aires.
Las estatuas del Mausoleo de la Familia López Lecube, realizadas en mármol, en 1912, se hallan en el Cementerio de La Recoleta, en Buenos Aires.

El texto publicado en un Fascículo del Centro Editor de América Latina sobre Escultores Argentinos del Siglo XX: Lola Mora (Nº 66), Buenos Aires, 1981, dice:

La famosa fuente


La escultora trabaja sin pausa

En su taller se suceden los bocetos y los estudios de los personajes históricos que habrán de animar los momentos que quieren recrearse: el 25 de Mayo de 1810 y el 9 de Julio de 1816. En el primero podía verse al pueblo agolpado frente al balcón del Cabildo, al que se asoman los miembros de la Primera Junta de Gobierno. En el que tenía como ámbito al Congreso de Tucumán, los congresales juramentados rodean la mesa que preside Laprida.

Para estos trabajos había realizado un profundo trabajo de documentación, que se traduce en una gran fidelidad histórica, con la única excepción de que ubica al general Roca, uno de sus más incansables benefactores, entre los congresales. Es fácil imaginar que, mientras debía sujetarse a una temática dada de alguna manera por el contenido histórico, Lola Mora buscaría en sus bocetos para la fuente una salida para lo que ella entendía como libertad de creaación. Inspirada seguramente en las innumerables "fontane" de Roma.



Sabemos que hubo un primer proyecto que utilizaba a Nereo, dios de las profundidades del mar, como personaje principal del conjunto ~. Luego lo cambia -cosa habitual en ella que rehacía muchas veces sus bocetos- por la diosa Venus, a quien habían de servir de séquito las nereidas y tritones que imaginara en un comienzo. Todas las figuras lucían un desnudo total. Incluso en la resolución del desnudo de las nereidas, que habitualmente termina en la cintura, eligió la doble caída, que extiende ese desnudo hasta media pierna.

No es de extrañar que desde el comienzo la fuente y su autora fueran objeto de resistencia y de ataques. En el año en que comenzaba el siglo XX, cuando Lola Mora acaba de llegar a Buenos Aires portadora de las maquetas solicitadas, se levanta por una parte de la población un escándalo que denuncia la colocación en la Plaza de Mayo de un conjunto de desnudos masculinos y femeninos "a veinte metros de la Catedral" .

A pesar de todo, el intendente Bullrich acepta en principio el boceto y el ofrecimiento de la fuente. Mientras tanto, hay interpelaciones al intendente cuestionando su facultad para contratar por 25.000 pesos la compra de la fuente. La interpelación deja bien en claro que no se pone en duda la calidad artística del monumento, sino el procedimiento de su contratación, que ha pasado por alto la aprobación del Concejo Deliberante.

La escultora ya estaba en Buenos Aires, recorriendo despachos y removiendo obstáculos para que el proyecto de la fuente pudiera llegar a feliz término. Otro de los inconvenientes con los que tuvo que luchar consistía en el emplazamiento que se le daría.



Descartada la ubicación en la Plaza de Mayo, se sugería como lugar apropiado para ella el barrio de Mataderos [zona prácticamente despoblada) o el Parque de los Patricios, que en esos momentos se estaba urbanizando. Terminó imponiéndose el criterio de un grupo de prestigiosos ciudadanos -Mitre entre el los- que propusieron se la instalara en el Parque Colón, en donde hoy se cruzan Cangallo y Leandro Alem -entonces Paseo de Julio 6.

Resuelto este punto y el pago de la suma de 5.000 pesos en concepto de saldo del costo de la fuente, Lola Mora se instaló en pleno Paseo de Julio, haciendo construir una cerca de madera que rodeara el improvisado taller, donde los sorprendidos transeúntes pronto pudieron contemplar a la escultora trabajando, rodeada de andamios, mármoles y operarios, llevando a cabo el acabado final de esa obra que le era tan querida y que tantos sinsabores le estaba costando.

Por fin, el 21 de mayo de 1903, tiene lugar la ansiada inauguración, con la presencia de Joaquín V. González, ministro del Interior, el intendente Casares y otras personalidades. La prensa es unánime al comentar, en las crónicas del día siguiente, la pobreza de la recepción oficial y, en contraste . el entusiasmo de la población que, en gran número, ovacionó a la escultora. Las fotos de la época la muestran, única mujer en el palco, entre todos los funcionarios y, terminado el acto, también sola entre el numeroso grupo de caballeros que la agasajó en el Club del Progreso.

Lola Mora había llevado a cabo su trabajo sin percibir por él más que el gasto ocasionado por la compra de los materiales. Un mes después de la inauguración, el Concejo Deliberante votaba la suma de diez mil pesos que debían entregarse a la escultora en calidad de "premio" por su trabajo. Reconocimiento tardío y escaso a sus largos desvelos, dictado seguramente por la repercusión popular y periodística a su labor.

Pasado el primer momento de entusiasmo, comienzan a publicarse juicios críticos: se duda de la autoría de Lola Mora, se enjuicia su moralidad, se la coloca en la picota, todo ello sin el menor asidero.

Aun cuando los ánimos se tranquilizaron pasado el tiempo la fuente había de sufrir aun otros cambios. En 1918 por sugerencia del francés Forestier, a quien se había encargado la urbanización del Balneario Sur, se traslada la fuente a su actual ubicación , casi al fondo de la avenida Tristán Achával Rodríguez, en la Costanera Sur, frente al río de la Plata g. Muchos años después en 1971 el intendente de Buenos Aires tiene la intención de trasladarla a la intersección de la avenida Nueve de Julio y Santa Fe, pero el asunto fue técnicamente desaconsejado por fisuras que podían observarse en el mármol, y que se agravarían en caso de intentar mudarla de sitio.

Aunque en la base del grupo escultórico hay una leyenda que dice Fuente de las Nereidas, el pueblo de Buenos Aires la conoció siempre, desde su inauguración hasta hoy, corno Fuente de Lola Mora.

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