sábado, 24 de octubre de 2009

- ALFONSINA -





Alfonsina Storni




ANIVERSARIO DE SU MUERTE




Muere en Mar del Plata, un 25 de octubre de 1938, en la playa La Perla, la poetisa y autora teatral Alfonsina Storni, autora de "Languidez" y de "Ocre, Mascarilla y trébol", entre otras obras.





Alfonsina Storni (1892-1938), esta escritora argentina nació en Suiza en 1892, en la región de habla italiana. Vivió en Rosario, estudió Magisterio en la Escuela Normal y fue profesora de arte dramático, hizo alguna incursión en el teatro, pero lo más conocido de su obra son sus libros de poemas.





Comenzó su carrera literaria en 1916 con La inquietud del rosal, que recoge las sugestiones intimistas y sentimentales de un post-romanticismo, y publicó El dulce daño (1918), Irremediablemente (1919) y Languidez (1920).





Después realizó viajes a Europa, en 1930 y 1934, que influenciaron en su obra, se sumó a este cambio, su azarosa vida amorosa y su lucha por el papel de la mujer en la sociedad de la época, además de manejar el tema de la sinceridad erótica. Publicó en esta etapa Mundo de siete pozos (1934) y Mascarilla y trébol (1938). Escribe con menos cánones, y con expresión libre y desprejuiciada.





Se suicidó en 1938 en Mar del Plata, sintiendo la impotencia ante el dolor producido por el cáncer. La noche anterior a que se internara en el mar desde la playa La Perla, escribió un poema, que envió al diario argentino La nación, y que fue publicado con su necrológica: “Voy a dormir”, y que se cree estaba dirigida a su hijo.





ALMA DESNUDA

Soy un alma desnuda en estos versos,
Alma desnuda que angustiada y sola
Va dejando sus pétalos dispersos.





Alma que puede ser una amapola,
Que puede ser un lirio, una violeta,
Un peñasco, una selva y una ola.





Alma que como el viento vaga inquieta
Y ruge cuando está sobre los mares,
Y duerme dulcemente en una grieta.

Alma que adora sobre sus altares,
Dioses que no se bajan a cegarla;
Alma que no conoce valladares.

Alma que fuera fácil dominarla
Con sólo un corazón que se partiera
Para en su sangre cálida regarla.

Alma que cuando está en la primavera
Dice al inviemo que demora: vuelve,
Caiga tu nieve sobre la pradera.

Alma que cuando nieva se disuelve
En tristezas, clamando por las rosas
Con que la primavera nos envuelve.

Alma que a ratos suelta mariposas
A campo abierto, sin fijar distancia,
Y les dice libad sobre las cosas.





Alma que ha de morir de una fragancia,
De un suspiro, de un verso en que se ruega,
Sin perder, a poderlo, su elegancia.





Alma que nada sabe y todo niega
Y negando lo bueno el bien propicia
Porque es negando como más se entrega,





Alma que suele haber como delicia
Palpar las almas, despreciar la huella,
Y sentir en la mano una caricia.





Alma que siempre disconforme de ella,
Como los vientos vaga, corre y gira;
Alma que sangra y sin cesar delira
Por ser el buque en marcha de la estrella.



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